top of page

Hasta hace poco Izarne (Ondarroa, 1987) ha sido una amalgama variada de partes. Véase: trocitos de danza, de plantas medicinales, de costa y de Madrid, de fuegos, de casas abandonadas, de conversaciones, de autos sin dirección asistida, de comunidades, de ritmos…

 

Dice que hizo arquitectura para mantener la mente abierta. La han tachado de renacentista. Responde que en verdad ella es de bailar, previa advertencia de que no se espere una historia con hechos consecuentes unos con otros. Que ha aceptado la incertidumbre como estado de vida y que tiene buen pulso para llevar los mandos.

 

Le gusta pensar negando el tiempo, entendiendo todo hecho como sucesión de movimientos simultáneos con diferentes aceleraciones que generan desplazamiento y forma.

 

Cacharro es de sus palabras favoritas y por supuesto, sus desviaciones: cacharrear, cacharrismo, cacharrería.

 

Dice que prescindir de la espiritualidad es como caminar a rastras y admira a la gente que “hace ver, porque son como médiums, igual que lxs filósofxs”.

 

Desde 2005 le preguntan sobre la procedencia de su acento (extraño). Aún desconoce su porqué pero tiene una investigación abierta al respecto.

 

Recientemente logró cristalizar todos sus trocitos en unas lentes poliédricas y ahora se encuentra optimizando el prototipo.

 

Lo último que juró: dedicar todas sus células al arte y a la cultura en toda forma que esté a su alcance.

bottom of page